ELECTROLITOS EN EL ORGANISMO: POTASIO.
INTRODUCCIÓN.
Como parte del tema; "Análisis de laboratorio y estudios diagnósticos" de este diplomado, quiero platicar sobre los electrolitos, específicamente el potasio, no ahondaré tanto en la fisiología de estos minerales si no que hablaré de lo que sucede cuando hay alteraciones en las cantidades y el tratamiento que se debe seguir.
ELECTROLITOS EN EL ORGANISMO, POTASIO.
El equilibrio hidroelectrolítico es fundamental para conseguir una correcta homeostasis,
pues regula la mayoría de las funciones orgánicas. El principal órgano encargado de
mantener este equilibrio es el riñón.
Las alteraciones hidroelectrolíticas constituyen una causa importante de morbilidad, y
en ocasiones de mortalidad, en los pacientes críticos. La no corrección temprana en otras
patologías no críticas, puede desencadenar en situaciones que comprometan la vida del
paciente. Una rápida valoración del estado hidroelectrolítico y un tratamiento precoz y
correcto, son las claves para revertir o evitar una situación potencialmente grave.
Las alteraciones del metabolismo del potasio se encuentran entre las más
frecuentes en la práctica clínica. Su espectro de gravedad es variable, desde
la hipopotasemia leve inducida por diuréticos a la hiperpotasemia grave
de consecuencias fatales. Tanto la hipopotasemia como la hiperpotasemia
ocasionan alteraciones de la polarización de la membrana celular que dan
lugar a diversas manifestaciones clínicas, de las que las más graves son las
que afectan al sistema cardiovascular.
El 98% del contenido total de potasio se localiza en el espacio intracelular
(aproximadamente 140 mEq/l) y el 2% restante en el espacio extracelular
(3,5-5 mEq/l). Esta diferencia de concentración a ambos lados de la membrana
celular es el determinante del potencial de membrana en reposo, que
es fundamental para la transmisión neuromuscular y el mantenimiento de
las funciones celulares. Por ello, pequeños cambios en la homeostasis del
potasio, y en concreto en su concentración extracelular, pueden tener importantes
repercusiones en la excitabilidad neuromuscular.
Como ya dije, el potasio es el electrolito principal del medio intracelular. Sus valores séricos oscilan
entre 3.5 y 5 mEq/L.
Puede aparecer hipopotasemia (K+ < 3,5 mEq/l) por tres mecanismos: redistribución hacia el espacio
intracelular, pérdidas extrarrenales (habitualmente digestivas) o pérdidas renales.
Los motivos de la hipopotasemia pueden ser:
- Desplazamiento del potasio del medio extracelular al intracelular.
- Tratamiento con β-agonistas inhalados, tiene un efecto ligero a dosis terapéuticas,
pero se potencia si se administran con diuréticos.
- Alcalosis
- Hipotermia
• Disminución importante de la ingesta de potasio.
• Pérdidas renales:
- Diuréticos, son la principal causa. Al inhibir la reabsorción de sodio aumenta su
oferta en los segmentos distales de la nefrona, donde se intercambia con potasio e
hidrogeniones.
• Pérdidas extrarrenales:
- Digestivas: vómitos depleción hidrosalina hiperaldosteronismo, diarreas
secretoras, fístulas, aspiración nasogástrica, adenoma velloso, abuso de laxantes,
drenaje de ileostomía.
- Sudoración durante el ejercicio físico
- Grandes quemados
Las pérdidas extrarrenales de potasio se compensan ajustando la secreción
renal, por lo que la primera aproximación a la evaluación de la hipopotasemia
siempre debe basarse en el estudio de la eliminación renal de potasio.
Ante hipopotasemia, si la excreción urinaria de potasio es inferior
a 20 mmol/día el riñón está manejando
correctamente el potasio. Sin embargo, si la pérdida renal es inadecuadamente
alta (> 15 mmol/l), hay que pensar en un exceso de mineralocorticoides
o en la presencia anormal de aniones en el túbulo distal.
Hay que tener en cuenta que, en los estados de hipovolemia
efectiva, la disminución del filtrado glomerular y el aumento de la reabsorción
proximal de sodio pueden disminuir el aporte de sodio a la nefrona
distal, con la subsiguiente disminución en la eliminación de potasio. Por
consiguiente, la concentración urinaria de potasio sólo puede valorarse
adecuadamente si el paciente está euvolémico y excreta más de 100 mmol/
día de sodio. Las cifras de potasio en muestra simple de orina pueden servir
como orientación inicial, pero están muy influidas por el estado de concentración
o dilución de la orina.
Por ello, resulta recomendable corregir el potasio
urinario según la reabsorción de agua en el túbulo colector, lo que se consigue calculando el gradiente transtubular de potasio (GTTK), que
permite valorar la existencia y la magnitud de la acción mineralocorticoide
en el túbulo contorneado distal (TCD).
Para el diagnóstico etiológico de la hipopotasemia, además de los iones en
orina, es de gran utilidad la gasometría. Las pérdidas por diarrea se asocian
a acidosis metabólica, mientras que en las causadas por vómitos o
ingesta de diuréticos se observa alcalosis.
La concentración de potasio en
las secreciones intestinales es relativamente alta (20-50 mEq/l), pero en el
jugo gástrico es de solamente 5-10 mEq/l. Por este motivo, las pérdidas
de potasio en los vómitos o en la aspiración nasogástrica son limitadas.
La
hipopotasemia que se observa tras vómitos repetidos o en pacientes sometidos
a aspiración nasogástrica se debe principalmente a pérdidas renales
inducidas por la disminución de volumen y el hiperaldosteronismo
secundario y, como se ha comentado previamente, se acompaña de alcalosis
metabólica.
TRATAMIENTO.
Al ser el potasio un catión predominantemente intracelular, los niveles séricos
sólo son orientativos del déficit de potasio corporal. Se puede considerar
que por cada disminución de 1 mEq/l en el potasio sérico, las reservas
de potasio habrán disminuido entre 200 y 400 mEq. Cuando las cifras de
potasio son inferiores a 2 mEq/l, el déficit total puede superar los 800-
1.000 mEq.
La reposición debe iniciarse preferentemente por vía oral. Sin
embargo, debe considerarse como prioritaria la vía intravenosa en los siguientes
casos: intolerancia a la vía oral, sospecha de íleo paralítico, hipopotasemia
grave (K* < 2,5 mEq/l), presencia de arritmia, infarto agudo de
miocardio o digitalización.
Por vía intravenosa, la hipopotasemia se trata con cloruro potásico y deben
adoptarse las siguientes precauciones: debe administrarse en una solución
en la cual su concentración no supere los 50 mEq/l, a un ritmo inferior a los
20 mEq/h y en una cantidad diaria total que no exceda de 200 mEq.
Por las
razones señaladas, para aumentar la cifra de potasio en 1 mEq/l habrá que
administrar entre 100 y 200 mEq de potasio.
Durante la reposición, hay que
monitorizar a menudo el potasio sérico. Para reducir el riesgo de flebitis,
conviene perfundirlo a través de una vía central, aunque es aconsejable no
progresar el catéter hasta la aurícula, para no exponer cargas excesivas de
potasio a las células de conducción. En cualquier caso, es muy recomendable
que la reposición de potasio no se planifique para varios días, sino que
se ajuste y se prescriba con frecuencia diaria, utilizando como control analí-
tico la eliminación urinaria de potasio, que permitirá ajustar la dosis de reposición
atendiendo no sólo al déficit calculado, sino también a las pérdidas.
En este sentido, es importante destacar que la disminución de la excreción
urinaria de potasio permite predecir la existencia de un déficit de potasio
aún a niveles subclínicos y con días de antelación a la aparición de valores
plasmáticos de hipopotasemia.
HIPERPOTASEMIA.
La hiperpotasemia (K+
> 5,5 mEq/l) es la más grave de las alteraciones electrolíticas,
porque puede provocar arritmias ventriculares fatales en minutos.
Se presenta en pacientes ambulatorios y en el 1-10% de los hospitalizados.
Su incidencia está aumentando sobre todo en la población anciana tratada
con fármacos que favorecen la hiperpotasemia, como bloqueadores del
sistema renina-angiotensina-aldosterona (inhibidores de la enzima de conversión
de la angiotensina, antagonistas de los receptores de angiotensina,
inhibidores de la renina o diuréticos ahorradores de potasio).
No es infrecuente
que algunos de estos fármacos se utilicen de forma simultánea en
un mismo paciente. Es un trastorno a menudo yatrogénico y, por tanto,
prevenible.
En la práctica clínica, la insuficiencia renal y los fármacos son los principales
factores que predisponen al desarrollo de hiperpotasemia.
Las manifestaciones de la hiperpotasemia son principalmente por trastornos
de la conducción cardíaca y de la función neuromuscular. El electrocardiograma
(ECG) es la mejor herramienta para valorar la cardiotoxicidad
de la hiperpotasemia.
Con niveles de alrededor de 6,5 mEq/l aparecen
ondas T picudas, y por encima de 7 mEq/l se prolonga el intervalo PR, se
pierde la onda P y más tarde se produce un ensanchamiento del complejo
QRS. Cuando las cifras de potasio superan los 8 mEq/l, el complejo QRS
puede converger con la onda T y formar una onda sinuosa.
Pero es fundamental
recordar que ésta es una clasificación académica y que con cualquier
grado de hiperpotasemia pueden aparecer arritmias ventriculares fatales.
Los fallos de captura en los marcapasos son una manifestación
cardíaca de frecuencia creciente. En el sistema neuromuscular la hiperpotasemia
puede producir parestesias, debilidad muscular e incluso parálisis
flácida. De hecho, la debilidad muscular proximal es un síntoma clave que
nos debe hacer descartar la presencia de hiperpotasemia, especialmente
si existen factores precipitantes.
El diagnóstico de la hiperpotasemia, al igual que el de la hipopotasemia,
se basa en la excreción urinaria de potasio en 24 horas debe ser superior a 100 mEq/día si la respuesta renal es adecuada a la hiperpotasemia,
y en el GTTK, que debe ser superior a 7 si la respuesta aldosterónica
también es adecuada a la hiperpotasemia.
TRATAMIENTO.
La hiperpotasemia es un trastorno potencialmente mortal, por lo que se
debe tratar de forma precoz y eficaz. La presencia de hiperpotasemia junto
con alteraciones en el ECG debe considerarse una emergencia, ya que en
cuestión de minutos puede producirse una arritmia fatal.
El objetivo del tratamiento urgente es antagonizar los efectos cardíacos de
la hiperpotasemia, promover el desplazamiento del potasio extracelular al
interior de la célula y favorecer la eliminación de este catión del organismo
en el menor tiempo posible
La administración de gluconato cálcico es la primera medida terapéutica
ante un paciente con manifestaciones electrocardiográficas de hiperpotasemia.
Hay que tener presente que ésta no disminuye la concentración de
potasio plasmático y debe ir seguida de otras medidas destinadas a promover
la entrada de potasio en el interior celular.
El bicarbonato debe administrarse
sólo a los pacientes con acidosis metabólica concomitante, y
siempre asociado a otras medidas, ya que su eficacia es menor.
El salbutamol
en nebulización o por vía intravenosa y la insulina con glucosa por vía
intravenosa son las intervenciones de primera línea que están mejor sustentadas
por la literatura y la práctica clínica.
En una revisión sistemática reciente,
la combinación de agonistas β-adrenérgicos nebulizados con insulina
y glucosa por vía intravenosa resultó más eficaz que cualquiera de los
tres fármacos por separado, ya que aumenta considerablemente la entrada
de potasio en la célula. El salbutamol debe usarse con precaución en pacientes
con cardiopatía isquémica.
Las resinas de intercambio catiónico eliminan
potasio intercambiándolo por calcio en el tubo digestivo, y pueden administrarse
por vía oral o mediante enema. Su principal inconveniente es su
efectividad limitada y su inicio de acción prolongado, de varias horas. No
tienen utilidad en el manejo de la hiperpotasemia aguda. Además, su administración
por vía rectal junto al sorbitol (edulcorante empleado en alimentación)
debe evitarse, ya que se han comunicado casos de necrosis colónica
asociada a la administración conjunta.
Cuando existe insuficiencia renal grave o las medidas mencionadas fallan,
es preciso recurrir a la diálisis. La hemodiálisis es el método más seguro y
eficaz y debe usarse precozmente en pacientes con insuficiencia renal o hiperpotasemia grave.
BIBLIOGRAFÍA.
Manuel Angel de cal Ramírez, Manuel ceballos Guerrero. "Alteraciones de los electrolitos en urgencias", 2014.
Patricia Sequera Ortiz, Roberto Alcázar Arroyo, Marta Albatate Ramón. Nefrología al día, trastornos del potasio. 2017.
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